«Sin embargo estoy aquí, resucitando»

Mañana del lunes 20 de noviembre.
Elegí este título que es parte de la canción «Como la Cigarra» de la gran María Elena Walsh.
Estoy aún en shock por lo sucedido ayer en Argentina. Y supongo que esta sensación se prolongará por bastante tiempo en mí. Posiblemente para evolucionar hacia sensaciones lamentablemente aún más negativas. No sé a quiénes, pero pido disculpas por estar con sentimientos tan poco esperanzadores con lo que se nos viene.

* El triunfo de Javier Milei

El triunfo de Javier Milei fue apabullante. Casi 12 puntos de diferencia. Totalmente inesperado para casi todos. Como había dicho y escrito antes, pensaba que Sergio Massa iba a ganar por el 53%. Eso da una prueba de lo confundido y equivocado que estaba. Y, entre otras cosas, me pregunto muy seriamente, por qué me sucedió eso. Tengo que asumir que estaba en una “burbuja” que no me permitió ver más claramente la realidad. 

En este contexto, quisiera ser muy humilde porque no creo que ningún “confundido” pueda dar lecciones a nadie. Y hasta desconfío de las conclusiones a las que pueda arribar en este estado. 

Milei es TODO lo que no quiero para mi país, para la gente que quiero, para mí.

No lo siento como un adversario político con diferentes ideas para encarar los problemas que tenemos. Eso, en todo caso, es solo una partecita de Milei. 

Lo que ha dicho y lo que representa nos lleva mucho más allá que eso. Es una verdadera “revancha” a los ideales y causas que he abrazado durante toda mi vida. Y quisiera poder “felicitar” a los que ganaron, pero no puedo porque creo que sería felicitar a quienes desean ser nuestros verdugos. ¿Cómo felicitarlos?

Milei propone como “soluciones” a los problemas “económicos” que tenemos, abrir los mercados, dejar funcionar la libre competencia, terminar con los derechos laborales, hacer que el Estado deje de intervenir en la economía, dejando a los más pobres a la deriva…

Dice que la solución para lograr la eficiencia de los sistemas es privatizarlos: la educación, la salud, las jubilaciones… y también las empresas: YPF, Aerolíneas, la TV Pública, Radio Nacional… 

Habla también de la “decadencia cultural y moral” que implican aquellas cosas que nosotros sentimos como de mucha dignidad: La lucha por los derechos humanos, la condena de los genocidas, la políticas de memoria, verdad y justicia; la justicia social, la educación sexual integral, el reconocimiento de la interrupción voluntaria del embarazo y el respeto a las diversidades… 

Para su política internacional nos habla de relacionarnos sólo con “el mundo libre”, priorizando las relaciones con EEUU e Israel, y rechazando, si pudiera, todo contacto con China, Brasil y, por supuesto, Venezuela y Cuba… y, aunque moderó un poco su lenguaje, cortar las relaciones con el “representante del demonio” que está en Roma.

Para enfrentar las resistencias que pudiera tener, nos habla abiertamente de la represión y de la utilización de la violencia institucional para quien se oponga a lo que se propone impulsar.

Todo esto conforma un “paquete del terror”, que nos ha vendido con la idea de la necesidad de un “cambio” -otra vez el maldito cambio- que nos empuja  una y otra vez al abismo. 

* La crítica a la “casta”

El envoltorio eficaz de todo este paquete ha sido su crítica a la “casta”. Entiendo que fue la “llave de entrada” de sus ideas a la sociedad. Una sociedad que estaba cansada y, en buena parte “harta”. de las propuestas que habían intentado y fracasado tanto los gobiernos de Macri como los de Alberto Fernández. Milei fue contundente en sus críticas a los dos por igual. No ahorró ningún epíteto ni insulto posible. Y, según parece, pudo interpretar el sentimiento de una gran mayoría de nuestra sociedad que anoche celebraba su triunfo.

La “casta” es visibilizada como las dirigencias políticas, religiosas, económicas, sociales… que asumimos responsabilidades diciendo que queremos solucionar los problemas de la sociedad, pero terminamos beneficiándonos con privilegios desproporcionados y sin mejorarle la vida a la gente… 

Esa gente se hartó de esto, parece que principalmente muchos jóvenes, aunque nada nos indica que esto no se pueda continuar con el gobierno que está por comenzar… Entiendo que es realmente muy difícil -imposible (?)- que Javier Milei pueda hacer que esto cambie, por el solo hecho de ocupar el sillón presidencial… 

Hasta aquí, creo que he intentado alguna descripción de hechos explicativos para aportar a cierto entendimiento de lo que sucedió y a visibilizar cuál es el camino que se nos propone recorrer. 

Quiero hacer ahora algunas reflexiones sobre algunos aspectos que me parecen que también tenemos que analizar.

* Representantes y no-representados

Venía conversando con varios amigos que, más allá del resultado que se diera en las elecciones, era urgente y necesario que analicemos el “corte” y la “distancia” que estábamos viendo entre representantes (dirigentes) y representados… o, a estas alturas, “no representados”. Prácticamente toda la dirigencia de los más variados sectores se pronunciaron en contra de Javier Milei. La sociedad no la escuchó. Hablaron los curas, los evangélicos, los dirigentes de los clubes de fútbol, los artistas, los sindicatos, los dirigentes de los movimientos sociales, los científicos, los “economistas”, los académicos, buena parte del arco político partidario…  La suma de todas estas recomendaciones dieron el resultado que todos conocemos. Me venía preguntando, más allá de quién ganase, qué está sucediendo allí. Obviamente, con este resultado, la pregunta se hace más urgente y la respuesta más difícil. 

Muchos dicen que el tema es el “antiperonismo”. Pero me parece que esto no se explica solo por ello. Entre un “antiperonismo institucional” y estas propuestas de la derecha más individualista hay diferencias importantes. Creo que, finalmente, el antiperonismo institucional eligió apoyar a Milei por sobre rechazar sus propuestas extremas, que es lo que hubieran hecho por fuera de este condicionamiento.  

Esto me lleva a pensar lo hartos que estaban de nuestro gobierno estos antiperonistas , de nuestro discurso, de nuestras actitudes… Siento que nos lo dijeron de todas las maneras posibles y nosotros no supimos escucharlos o, quizás, no supimos encontrar los caminos para tender nuevos puentes, o quizás… no había puentes posibles, con las consecuencias que ahora tenemos por delante, que en lo personal me hacen sentir mucho miedo.

* La “ampliación de derechos”

Nuestro espacio político sostuvo que nuestras principales banderas -y motivos para continuar gobernando- fueran lo que llamamos “ampliación de derechos”. Pues bien, la mayoría de nuestra sociedad nos ha dicho claramente ayer que no es eso lo más importante, no es lo que valoran principalmente y que prefieren una sociedad en donde esos derechos se consigan de manera más individual y meritocrática, con menor iniciativa del Estado -o ninguna- para que se alcancen aquellos beneficios de los que nosotros hablamos pero no logramos que lleguen a buena parte de nuestro pueblo. 

Milei, con su discurso de los “argentinos de bien”, logró ubicarnos a todos nosotros en una categoría incómoda. Nosotros no somos de esos argentinos (no sé bien qué vendríamos a ser…) y la gente votó afirmativamente ese discurso.

Durante la campaña, e incluso antes, dijimos que frente al odio de algunos, nosotros obrábamos impulsados por el amor. Debemos preguntarnos, si queremos hacer de verdad una autocrítica real, cómo fue que logramos que nos odiaran tanto tantos. Porque lo que siento es que así como nosotros hicimos todo lo posible para que a Milei le tuviesen miedo y no lo votaran, ellos se apoyaron en reforzar el odio que nos tenían, de manera que fuese aún más fuerte que todo el futuro oscuro que se nos presenta por delante. La pregunta que deberíamos hacernos es qué fue lo que hicimos para que gente impulsada por el amor pueda ser odiada de tal manera… porque eso es lo que está sucediendo. 

No me alcanza con echarle la culpa a los medios de comunicación, que, en todo caso, expresaron este mismo odio que estaba presente en buena parte de la sociedad y que no pudimos o supimos revertir.

Hay muchas preguntas sin respuesta que me hacen estallar la cabeza esta mañana. ¿Por qué la mayoría de nuestro pueblo eligió de esta manera? ¿Por qué Milei ganó prácticamente en todos lados? ¿Cómo debemos asumir esta gran derrota que hemos sufrido? 

* Somos el 44 %

Es necesario reconocer que un 44% de nuestro pueblo votó por otra cosa. Tampoco es poco eso. Porque la elección era entre modelos diferentes. Si bien perdimos, de cada diez personas, un poco más de cuatro claramente no quieren el modelo que Milei propone.

Los que pensamos distinto a los caminos que propone La Libertad Avanza, no tenemos por qué bajar las banderas en las que seguimos creyendo. Aquí no se trata de “formas”, se trata de opciones éticas. Que pueden no ser mayoritarias, pero no por ello dejan de ser valiosas para un importante sector de la sociedad. La democracia que tenemos y queremos respetar, nos permite transitar caminos que puedan defender y respetar los intereses de las “minorías” (sí, asumámoslo, somos minoría).

Se ha conformado en el país una nueva mayoría formada por el sector empresarial, industrial y agroganadero, cierta intelectualidad libertaria, un sector poderoso de los medios de comunicación, la oligarquía tradicional, dirigentes con posicionamientos restauradores y buena parte del pueblo disconforme con el peronismo y con las izquierdas. 

Pero es importante recordar que la Constitución Nacional establece un pacto social y ciudadano que está por encima de las circunstancias y coyunturas y que, a menos que se modifique, nos sigue rigiendo a todos. A Milei el primero, que jurará el 10 de diciembre respetarla y hacerla respetar.

Tenemos senadores y diputados que comparten estas miradas. Tenemos muchos gobernadores al frente de estados provinciales que también expresan la voluntad de sus votantes mayoritarios. Numerosas intendencias y concejales que defienden estas banderas comunes. 

* ¿Resistencia o participación ciudadana?

No estoy seguro de que la actitud correcta sea “resistencia”. Aquí y hasta ahora no hay una “dictadura” que esté violentando las leyes. Hay una alianza política que nos dice que los principios que sostuvimos hasta ahora, no son los que la mayoría desea para el país. Creo que nuestra actitud tiene que ser una actitud democrática, de utilizar todos los recursos que la democracia nos permite, para sostener altas las banderas de los valores en los que creemos y que no tenemos por qué resignar. Al mismo tiempo, y como es obvio, nos llevará esfuerzo hacer una profunda autocrítica que necesitamos porque da la sensación de que una etapa de nuestra historia ha llegado a su fin: es la primera vez, desde que yo recuerde, que un peronismo “muy unido” pierde una elección. Este hecho es incontrastable.

Mientras tanto, debemos saber que se iniciará una época de grandes tensiones. Los gobernadores van a resistir activamente a las propuestas de modificar la co-participación y a ser burdamente conducidos por la billetera. No dejaremos así nomás que se privatice YPF o Aerolíneas Argentinas. Si lo logran será luego de mucha lucha. Y ni qué decir de la Memoria, Verdad y Justicia, Madres y Abuelas, por quienes daremos todo que sea necesario.

* Hacia un nuevo espacio nacional y popular

El 45 % que votó en contra de Milei requiere nuevos conductores que tendrán que construir un espacio bastante más amplio de lo que constituyó el kirchnerismo y sus aliados cercanos. Sin duda, Axel Kicillof es una figura que observaremos y escucharemos con mucha atención en los próximos meses.

Quedan pendientes muchas cosas por decir. Estas las he escrito para poder reencontrarme conmigo mismo y para poder compartir con mis amigos y compañeros. 

A los que llegaron hasta aquí en un texto tan largo, les agradezco su compañía en estos momentos difíciles. Y también los abrazo con cariño. Seguiremos compartiendo el pan (compañeros), el camino y los sueños. 

En estos primeros días, nos toca dejarnos conmover a fondo, para luego, poder volver a ponernos de pié. Los tiempos que vienen nos lo exigirán. Cuento con ustedes. Cuenten conmigo. 

Alberto Croce
20 de noviembre de 2023

Las PASO, un mensaje y un castigo

Escribo mis impresiones sobre estas PASO porque muchxs amigxs me han pedido que les compartiera qué pienso acerca de lo que ocurrió el domingo 13 de agosto en Argentina. Todxs necesitamos entender mejor qué sucedió, a dónde estamos parados, hacia dónde estamos yendo, qué futuro nos espera.

Ni de lejos me siento ni con la capacidad ni con la lucidez para responder a todas estas cuestiones. Sólo intento aquí compartir algunas impresiones y reflexiones que me hago a mí mismo, mientras voy escuchando, leyendo y mirando otras perspectivas que enriquecen la misma y, no pocas veces, profundizan mi propia confusión. Entendiendo que estoy parado en este lugar y momento  del camino, les comparto algunas cosas que voy viendo o sintiendo.

Hace algunos años, en un momento duro de mi militancia social , aprendí que, cuando hay situaciones que nos sorprenden y nos desacomodan tanto, es sencillamente porque no tuvimos la capacidad de observar adecuadamente lo que estaba pasando. La realidad no cambió el 13 de agosto. Solo apareció una situación que yo, al menos, no había sabido o querido ver. Las cosas, las personas, las ideas… estaban allí. Y yo no pude verlas. Con lo cual, permítanme dudar ahora de lo que estoy mirando. Puedo nuevamente estar equivocado.

Según los números, la población no se divide en tres tercios sino en cuatro cuartos. Los que votaron a Milei, los que votaron a JXC, los que nos votaron a nosotros y los que NO FUERON A VOTAR. Esto no tiene efectos electorales directos, pero sí sociológicos, en su sentido más amplio.

De los que sí eligieron votar, un 30 % lo eligió a Milei (a él más que a un partido). Si es cierto que “los jóvenes votaron a Milei” -yo no tengo datos estadísticos aún como para afirmarlo rotundamente, aunque así parece- teniendo en cuenta los adolescentes y jóvenes que han votado, es posible que más de un 50% holgado de jóvenes se haya inclinado por esta opción. 

No estoy de acuerdo con los que dicen que los votantes de Milei votaron a la “antipolítica”. Ir a votar es un hecho político si los hay, y más de 7.000.000 de argentinxs decidieron “políticamente” que querían explorar las propuestas libertarias. 

La elección de tercios fue sumamente pareja. Hay muy poca diferencia entre los distintos grupos. Pero esas diferencias marcan sorprendentemente la cancha. Si JXC hubiera ganado a Milei por un 2% más, hoy estaríamos pensando que los amarillos ganarían las elecciones generales y que los de Milei los irían a apoyar, sobre todo habiendo ganado la interna Patricia Bullrich, la candidata que hasta ayer veíamos como la representante de la derecha más acérrima de nuestro país. Hoy, por una pequeña cantidad de votos de diferencia, nos ponen ante un escenario muy incierto y totalmente diferente.

Lo que dicen los números es que hay al menos una cuarta parte de la población de nuestro país que apoya las ideas que viene proponiendo Milei. No es la mayoría, pero no deja de sorprendernos y sacudirnos, porque, además, parecen ser la mayoría de los adolescentes y jóvenes los que las quieren para nuestro país.  Creo necesario analizar estos mensajes y propuestas.

Argentina hace muchos años que no viene bien y que sufre un constante deterioro. Para los jóvenes, es casi su situación habitual desde que tienen conciencia política. Experimentan un país partido al medio (la grieta) y ven que ese enfrentamiento no permite resolver ningún problema de los que les preocupa. Hay una diferencia grande en la consideración de cuál es el problema que debe enfrentar Argentina. Para la derecha tradicional, el problema es el Estado social que se busca construir, para el campo nacional y popular, según nuestra referente más fuerte hoy, Cristina Fernández, el principal problema es el endeudamiento externo y los condicionamientos del FMI a los que estamos sometidos. Según Juan Grabois, el principal problema es no dar respuesta a las necesidades populares de Tierra, Techo y Trabajo, sumándole cada vez más la cuestión de la seguridad. 

Para Milei, el problema somos nosotros. Un “nosotros” amplio que engloba a los políticos y a los funcionarios (del poder ejecutivo, legislativo y judicial), a los que llama la “Casta”, sumando allí a los sindicalistas, los empresarios ineficientes, los trabajadores estatales, los planeros pobres… y unos cuántos más. Todos con privilegios de distinto tipo, recibidos a costa de todos los demás. Según proclama, por cuidar los privilegios que tenemos, no solo no solucionamos el problema sino que lo mantenemos, más allá de los discursos políticamente  correctos, porque en realidad nos conviene que la situación se perpetúe. Se trata de una acusación muy dura. ¿Pero es así? 

No es sencillo responder a esta pregunta. Antes de avanzar sobre esa respuesta necesaria, debemos analizar un poco más cómo está viviendo nuestro pueblo. El discurso de Milei no va dirigido exclusivamente a las clases “populares”, sin embargo enraiza allí también. Yo estoy diciendo hace tiempo que, desde lo económico, la situación debe ser analizada con mayor cuidado porque hay indicadores contradictorios. Pero, más allá de esto, quienes hoy estamos en el gobierno no hemos logrado resolver la cuestión de la inflación y el aumento constante del dólar -más allá de quiénes sean los culpables- y tenemos más capacidad de explicar por qué pasa lo que pasa que de solucionarlo. No se trata de una “sensación”. Desde el gobierno hemos amenazado a los formadores de precios, intentado acuerdos, impulsado medidas… pero no dan resultados. Eso lo vive toda la gente -el 100%- algunxs parece que quieren explorar otros caminos..

La derecha “tradicional” ha querido solucionar esta situación con endeudamiento y represión y tampoco le ha ido bien, políticamente hablando, aunque individualmente han sacado bastante provecho de estas crisis que ellos mismos generaron. 

Un dato contradictorio es el del apoyo que, a nivel local, la gente ha venido dando a los gobernantes provinciales o distritales. Un aspecto positivo habla de que la cercanía y la gestión eficiente es valorada por los votantes. Pero también es cierto que el “partido de Milei” prácticamente no presentó candidatos fuertes en ningún lugar del país… No quiero evaluar situaciones contrafácticas, pero es necesario considerarlo.

El hecho de que “La libertad avanza” haya ganado en la mayoría de las provincias del país y haya quedado como la fuerza más votada de estas PASO es un verdadero castigo para el gobierno nacional y para la que hasta ahora fue su principal oposición, que tampoco fue elegida por los que se sumaron a Milei. 

Ahora bien, me pregunto si este castigo ha sido merecido o manipulado… Al menos en este momento, prefiero no subestimar a quienes nos han vencido, y entender esta “sanción” como justa. 

Nuestro gobierno tuvo demasiados errores -no vale la pena enunciarlos aquí- de todo tipo: políticos, sociales, económicos, culturales… Y lo más complejo es que, advertidos de ello, no logramos reconducir el barco de manera satisfactoria hacia el puerto hacia donde decimos que queremos ir. Podría dar muchos ejemplos de esto y, en lo personal y particular, por ejemplo, me duele muchísimo lo poco que hemos sabido hacer por lxs jóvenes de nuestro país. 

Por otra parte, con una inflación mayor del 100% anual, con la imposibilidad de mucha gente de poder alquilar una vivienda, con la gran mayoría de trabajadores cobrando sueldos que están bajo la línea de pobreza… mientras hay un mensaje generalizado de que estamos en un país sumamente rico, con un futuro promisorio, y exacerbados los deseos de un consumismo casi ilimitado.  El “combo” perfecto para que no podamos esperar nada bueno y la sensación de frustración se generalice… 

Nuestras internas nos han lastimado demasiado. La cuotificación del poder confiado por nuestro pueblo nos encerró en posturas soberbias y en no escuchar ni confiar en nuestra propia militancia. Le hemos pedido que nos siguiese pero no la supimos conducir ni liderar.  Nos faltó tener mucho más diálogo interno y, además, el coraje necesario en los momentos críticos. Hemos pateado afuera varios penales en medio del partido… 

Este panorama, lo sé, es sumamente duro. Pero sin embargo hay más. 

¿Qué podemos esperar si Milei llega a imponerse en las elecciones? Honestamente y aún reconociendo todo lo que vengo diciendo, creo que estaríamos ante una verdadera tragedia de consecuencias impredecibles. Al decir de J.M. Serrat, “juega con cosas que no tienen remedio”. 

¿Qué nos queda hacer ahora? ¿Qué podemos hacer?

Sin dudas, necesito más tiempo para poder compartir avances en esta respuesta. Tengo pocas cosas claras. Sé que una de ellas es que no servirá tratar de mostrarle a los posibles votantes las consecuencias de que triunfara “La libertad avanza”. Esas amenazas funcionan como campaña electoral para ellos. 

Creo que la única solución es que mostremos qué creemos que hay que hacer y lo hagamos. 

En lo personal, desde hace más de un año que vengo diciéndolo al interior de nuestro gobierno, la mayoría de las veces en soledad. No se trata de tomar dos o tres medidas -por mejores que sean- sino evidenciar una direccionalidad clara que muestre que sabemos a dónde queremos ir para mejorar la vida de todo nuestro pueblo.  Hay que jugar fuerte. Y, sobre todo, estar convencidxs nosotrxs mismxs  de esa direccionalidad necesaria. Y saber que, si tomamos esa dirección, es para sostenerla en los próximos años que nos toquen eventualmente gobernar, y no abandonarla si logramos dar vuelta esta historia.

Estamos ante una disyuntiva muy compleja en estas circunstancias: moderación o radicalidad. Muchos piensan que lo más conveniente es presentar un perfil “moderado” que dé gobernabilidad y previsibilidad para que algunos más nos puedan votar en las generales. Otros piensan que, si no hay una propuesta que “enamore” y convenza y si el mensaje que sobrevuela es que queremos ganar la elección para mantener nuestros privilegios, la partida está irremediablemente perdida. (Al menos en esta instancia, porque la historia siempre nos podrá dar nuevas oportunidades…)

Como sea, necesitamos poder hacer una opción y militarla. Es la única chance que veo. 

Alberto Croce
14 de agosto 2023